sábado, 18 de agosto de 2018

VIVIR CON UN HIJO ADICTO


Articulo del Doctor EFREN MARTINEZ.

Cuando existe un problema de adicción en casa, lo mas grave es mantenerlo en el tiempo por el miedo o la omisión.



Durante las últimas semanas suelen salir noticias acerca del aumento del consumo de drogas, el peligro del microtráfico en los colegios y hasta la pesadilla del Bronx. El asunto puede pasar bastante desapercibido a menos que estés viviendo un tema de estos en tu familia o si de una u otra forma te preocupa que tu hijo este consumiendo drogas. Al principio es difícil imaginarlo, puede que lleguen rumores de parte de otros papás, tal vez algún chisme en el colegio o un evento en el que se veía algo raro, lo cierto es que los padres de familia suelen asociar el consumo de drogas de los hijos con ser malos padres o haber fracasado en dicha tarea: Nada mas lejano de la realidad, pues hace varias décadas sabemos que la familia no es la causa de la adicción, es un fenómeno mucho mas complejo, en donde juegan diferentes variables. Lo que sí es cierto, es que si bien los padres no suelen ser la causa del problema, es muy posible que se conviertan en un serio obstáculo para solucionarlo.
No es fácil pensar que esto puede pasar en nuestra familia, difícilmente un padre tiene en su presupuesto que al llegar la adolescencia se tendrá que enfrentar con un problema de drogas en uno de sus hijos, así es que suelen buscar culpables en su pareja, en el colegio, en los amigos y hasta en la televisión. ¿será que fue porque me divorcié?, ¿En que habré fallado?, ¿será que lo metí en el colegio que no debía?, ¿será por las malas compañías?, preguntas que hacen perder tiempo valioso, pues lo claro actualmente es que los jóvenes prueban las drogas por curiosidad y en algunos casos por presión de grupo o mas bien por el deseo de pertenecer; algunos de ellos con cierta vulnerabilidad construida en la interacción entre los genes, la personalidad y el contexto, desarrollarán una adicción que les haga su vida una desgracia, mientras que otros tendrán experiencias con las drogas y pasarán por esa etapa sin graves consecuencias. Ahora bien, ¿sabemos qué tan vulnerable es nuestro hijo?
Cuando existe un problema de adicción en casa, lo mas grave es mantenerlo en el tiempo por el miedo o la omisión. Muchos padres creen que si ponen límites al consumo de drogas en los adolescentes estos se suicidarán, se irán a vivir a la calle, caerán en la prostitución o dejarán de quererlos, fantasías que difícilmente suceden, pues en la adolescencia la adicción no siempre se ha consolidado, motivo por el cual es mas fácil detenerla a tiempo y que no trascienda a catástrofes mayores, el asunto es: ¿Dejaré de hacer algo que me gusta cuando mis padres me lo permiten, me lo financian o se hacen los ciegos?, obviamente no.
En el Centro de tratamiento para adolescentes que dirijo lo veo todo el tiempo: a veces la familia es la que debería estar en tratamiento!. La culpa por creer que no se ha hecho lo correcto, la sobreprotección y la codependencia, el miedo a que les pase algo malo y el exceso de control suelen ser elementos que terminan haciendo muy difícil la rehabilitación de un hijo con problemas de adicción. Los adolescentes necesitan programas mas familiares que individuales, así como tratamientos especializados en adolescentes, legalmente constituidos y con personal lo suficientemente capacitado.
Ocultar el tema por la vergüenza o el miedo a ser juzgado solo empeora las cosas, pensar que es un simple tema de voluntad, suele hacer perder tiempo valioso, buscar culpables no da el alivio que se busca, posponer el tema lo mantiene en el tiempo. Vivir con un hijo adicto suele ir acompañado de unos padres que lo facilitan. Hay que actuar, hay que buscar ayuda en donde hay que buscarla, no hay que aplazar el asunto y si es preciso hay que pasar por encima de los miedos personales, pues en la vida hay sacrificios de amor que a veces hay que hacer.
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Síntomas de la Codependencia y sus características

1) Estar siempre preocupado por complacer a los demás.
Las personas codependientes sacrifican sus necesidades para atender primero las de su pareja o las de otras personas.
2) Tener dificultades en decir que no o en expresar sus preferencias.
Son personas esclavas de los demás. No son libres para expresar lo que sienten sin temor a ser juzgados. Piensan que si expresan su opinión, ésta no gustará a los demás. Como consecuencia de ello se da una…
3) Comunicación disfuncional.
Los codependientes tienen problemas cuando se trata de comunicar sus pensamientos, sentimientos y necesidades. Tienen miedo de decir la verdad, porque no quieren molestar a la otra persona. La comunicación se vuelve deshonesta y confusa por miedo a defraudar al otro.
4) Baja autoestima.
La autoestima de las personas codependientes depende en gran medida de la aprobación de los demás. Se preocupan demasiado por lo que los demás piensan de ellos.
5) Miedo a ser rechazado o a ser abandonado.
Son personas que no saben estar solas. Sienten una tristeza y angustia ante la soledad. Necesitan continuamente interactuar con otras personas para aliviar su ansiedad.
6) Negación.
Hacen la vista gorda sobre aspectos problemáticos de su pareja y de la relación. Piensan que esos problemas no son tan graves.
7) Pasan su tiempo tratando de cambiar a su pareja u otras personas significativas.
Tienen confianza en que podrán cambiar los aspectos negativos de la persona que aman. Se atribuyen esa responsabilidad.
8) Límites difusos.
Las personas codependientes a menudo se sienten responsables por los sentimientos y problemas de los demás. Se muestran excesivamente empáticos. Como tienen límites difusos, absorben con facilidad las emociones de los demás.
9) Siguen atrapados en una relación insatisfactoria.
Esa relación es a veces extremadamente abusiva, aunque en el fondo sepan que esa relación no les conviene. Sin embargo, siguen aferrándose a ella pues piensan que serán infelices si se alejan de esa persona.
10) Control.
Los codependientes a menudo sienten la necesidad de controlar (de forma implícita o explicita) a los que están a su alrededor. Lo hacen porque controlar les aporta seguridad.
11) Tener obsesiones.
Las personas codependientes tienden a pasar mucho tiempo pensando en otras personas o en los errores que han cometido.
Es importante buscar ayuda profesional ya que los síntomas de la codependencia, si no son tratados, pueden empeorar con el tiempo.


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lunes, 25 de junio de 2018

COMO SABER SI SU HIJO CONSUME DROGAS?

La adolescencia y la juventud son edades difíciles y llenas de cambios, en las que muchos adolescentes y jóvenes hacen cosas de las que pueden arrepentirse más adelante. Durante estas edades, la percepción del riesgo es menor y, por tanto, muchos jóvenes llevan a cabo muchas conductas sin ser plenamente conscientes de sus consecuencias.
Algunos de estos comportamientos incluyen el sexo sin protección, conducción temeraria o el consumo de drogas. Si eres padre de un chico o chica de esta edad, en este artículo hablaremos de este último punto y profundizaremos en las señales que pueden indicar si tu hijo o hija consume drogas.

La adolescencia: una etapa de cambios

Las personas vivimos una etapa de cambio en la adolescencia y la juventud. No solo en cuanto al desarrollo las funciones sexuales y reproductivas, sino también en lo que al status social se refiere, ya que cobra gran importancia en estos años.
Los adolescentes son experimentadores natos y es fácil que lleven a cabo conductas de riesgo sin ser conscientes de las consecuencias de su conducta, simplemente para mejorar su imagen. El egocentrismo característico de esta etapa de la vida, así como la importancia y la influencia que tienen las amistades, son algunas de las causas por las que se comportan así. 
Uno de los fenómenos más preocupantes de esta edad es la propensión al consumo de droga, que es, en muchos casos, de tipo recreacional. La marihuana, la cocaína, el MDMA, entre otras, son sustancias psicoactivas que pueden comenzar a consumirse en edades relativamente tempranas.
Aunque muchos jóvenes viven el consumo de droga como una simple experiencia vital y más tarde lo dejan, otros siguen enganchados durante el resto de su vida, lo que les causa serios problemas en los diferentes ámbitos de su vida (trabajo, relaciones interpersonales, etc.) y su salud.

Cómo detectar si tu hijo toma drogas

El consumo de drogas es una de las grandes preocupaciones de los padres, que son las figuras clave en cuanto a la prevención de este comportamiento en sus hijos. Lógicamente, los adolescentes que toman drogas tratarán de esconderlo.
Si eres padre o madre y deseas saber cómo reconocer las señales que advierten que tu hijo o hija consume estassustancias habitualmente, en las siguientes líneas podrás encontrar una lista de claves y signos reveladores.

1. ¿Cómo huele?

Algunas drogas como la marihuana o el tabaco dejan un fuerte olor en aquellas personas que las toman. Seguramente, si tu hijo es consumidor, empleará una serie de estrategias para minimizar las posibilidades de ser pillado. Mascar chicle, limpiarse las manos repetidamente e incluso aplicarse colonia de manera exagerada son algunos ejemplos de ello.
Sin embargo, siempre quedan restos del olor, ya sea en las manos donde se agarra el cigarro o porro, o en la ropa o el pelo, debido a que si fuman en un lugar cerrado es fácil que el olor permanezca en estos lugares. Puedes intentar tener una conversación con tu hijo justo cuando llega a casa después de estar con sus amigos. También puedes oler la ropa de tu hijo antes de ponerla en la lavadora.

2. ¿Cómo tiene los ojos?

En los ojos es posible detectar el consumo de drogas. Pero hay que tener claro que cada droga tiene sus efectos y, por tanto, son varias las señales visibles que pueden manifestarse en esta parte del cuerpo.
La marihuana, por ejemplo, provoca que los ojos se enrojezcan y que aparezca una mirada de somnolencia. En el caso de las drogas como el éxtasis, los ojos adoptan lo que se conoce como “ojos en forma de plato”, bien redondeados, abiertos y con las pupilas dilatadas. La cocaína, por otro lado, también provoca una forma similar a la que genera esta droga de diseño, pero sus efectos son menos exagerados.

3. ¿Tiene cambios de humor?

Las drogas causan un cambio de humor muy notorio en las persona que las consumen, especialmente cuando no están drogadas. Esto suele ocurrir porque el cuerpo está pidiendo que se consuma la droga de nuevo, y por eso pueden mostrarse irritables, gruñones e incluso agresivos. Además, la presencia de los padres incomoda mucho a los jóvenes que consumen, pues prefieren pasar tiempo a solas para hacer de las suyas.

4. ¿Faltan medicamentos en el botiquín?

Algunos jóvenes no consumen una sola droga, sino que experimentan con varios tipos de sustancias. Por ejemplo, marihuana, cocaína y speed. Pero muchos de estos jóvenes también pueden meter la mano en el botiquín de casa para probar nuevas sensaciones. El diazepam o los medicamentos para la tos son algunas drogas que pueden consumir. Si has notado que desaparecen algunos medicamentos que tenías en casa, es motivo de preocupación.

5. ¿Tiene amistades poco saludables?

Los amigos son unos agentes socialidadores muy importantes en esta edad, por lo que si tu hijo se junta con consumidores habituales, tendrá más posibilidades de desarrollar hábitos nocivos. Por tanto, es necesario prestar atención a si tu hijo ha desarrollado amistades poco saludables, porque puede ser un indicador claro de lo que puede hacer tu hijo cuando está con ellos.

6. ¿Otros miembros de la familia toman drogas?

Si otros miembros de la familia toman droga, también hay más probabilidades de que los hijos consuman sustancias psicoactivas. Los estudios muestran que si los padres son consumidores (por ejemplo, si el padre es alcohólico) los hijos pueden desarrollar conductas de este tipo.
Asimismo, si el hermano o hermana mayor consume, también hay un mayor riesgo de que este último copie su comportamiento negativo, ya que suele ser un modelo para el hermano pequeño.

7. ¿Ha dejado de lado sus responsabilidades?

La droga tiene un efecto devastador en la vida de la persona la que consume, y esto incluye su trabajo o sus estudios. No siempre se da el caso, pero, especialmente en el caso de las drogas duras, si que es posible que muchos jóvenes dejen de lado sus responsabilidades para vivir una vida más bien ociosa. Por ejemplo, las malas notas o las “campanas” en el instituto también pueden ser un indicador de sus malos hábitos.

8. ¿Tiene problemas financieros?

Si tu hijo trabaja los veranos y se gasta todo su dinero pero no sabes en qué, puede que la razón sea el consumo de droga. La droga, generalmente, tiene un alto coste, y las personas que consumen drogas suelen sufrir problemas financieros. Las sustancias como la cocaína son especialmente caras.

9. ¿Muestra otros cambios de comportamiento?

Los diferentes tipos de drogas tienen distintos efectos. Por ejemplo, algunas son relajantes y otras son estimulantes. Sin embargo, seguramente conocerás bien a tu hijo o hija, y si notas cambios en el comportamiento que te hacen sospechar, puede que estas sustancias estén detrás de ello.
Si siempre está cansado y perezoso puede que consuma marihuana, si habla de una manera extraña (por ejemplo, muy acelerada) puede que tome anfetaminas, si pasa dos días sin dormir puede que consuma cocaína, y si se muestra muy reservado y evita estar con el resto de la familia puede que esconda otro tipo de hábitos de esta clase.

10. Haz una valoración global

Los jóvenes viven una etapa delicada de su vida, llena de cambios. El consumo de droga es frecuente a estas edades, por lo que los padres deben estar alerta porque para evitar que este comportamiento tenga efectos negativos en su futuro. 
Los puntos anteriores son señales que pueden indicar que tu hijo o hija se ha adentrado en el mundo de la droga, pero no pueden valorarse de manera independiente: cuantos más puntos anteriores se cumplan, mayor será la probabilidad de que tu hijo sea un consumidor de drogas.  










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EFECTOS DE LA MARIHUANA EN LA SALUD DE LA PERSONA

LOS EFECTOS DE LA MARIHUANA EN LA SALUD FISICA EN GENERAL!









Pocos minutos después de haber inhalado humo de marihuana, el ritmo cardiaco de la persona se acelera, el pasaje respiratorio se relaja y se dilata y los vasos sanguíneos de los ojos se expanden, haciendo que los ojos se vean enrojecidos. El ritmo cardiaco—normalmente entre 70 a 80 palpitaciones por minuto—puede incrementar entre 20 y 50 palpitaciones más por minuto o hasta puede duplicarse en algunos casos. Usar otras drogas en combinación con marihuana puede amplificar este efecto. 
Hay cierta evidencia de estudios científicos, que indica que el riesgo de que una persona sufra de un ataque al corazón durante la primera hora después de haber fumado marihuana es casi 5 veces más alto que el riesgo usual.45 Esta observación puede ser en parte explicada por el efecto que la marihuana tiene al aumentar la presión arterial (en algunos casos) y el ritmo cardiaco y al disminuir la capacidad de que la sangre pueda transportar oxígeno.46 El uso de marihuana también puede ocasionar hipotensión ortostática (vértigo o mareo al ponerse de pie), posiblemente aumentando el peligro de desmayarse o caerse. La tolerancia hacia algunos de los efectos cardiovasculares usualmente se desarrolla después de estar expuesto a la droga repetidamente.47 Estos efectos en la salud necesitan ser explorados más a fondo, especialmente ahora dado al aumento en el consumo de "marihuana medicinal" por personas con problemas de salud y adultos mayores que pueden tener una vulnerabilidad más alta dada a complicaciones cardiovasculares que vienen con la edad (ver "La marihuana como un medicamento"). 
El humo de la marihuana, igual que el del tabaco, es un irritante para la garganta y los pulmones y puede causar un ataque de tos durante su uso. El humo también contiene gases tóxicos y partículas que pueden dañar los pulmones. El fumar marihuana está relacionado con una inflamación amplia de las vías respiratorias, una resistencia más alta en las vías respiratorias y una híper inflamación de los pulmones, y las personas que fuman marihuana regularmente han reportado más síntomas de bronquitis crónica que las personas que no fuman.48 Fumar marihuana también puede afectar la capacidad de defensa del sistema respiratorio, incrementando de esta forma la probabilidad de que la persona adquiera infecciones respiratorias, incluyendo neumonía.49 En un estudio se encontró que las personas que fumaban marihuana frecuentemente usaban más días de enfermedad que otras personas, usualmente dado a alguna enfermedad respiratoria.50

jueves, 23 de marzo de 2017

Cómo las emociones regulan nuestra salud y modifican nuestros estados de conciencia


Cómo las emociones regulan nuestra salud y modifican nuestros estados de conciencia

¿Por qué nos sentimos como nos sentimos? ¿Cómo afectan nuestras emociones a nuestra salud? ¿Están nuestro cuerpo y nuestra mente separados o son parte de un sistema interconectado? ¿Cuál es la ciencia detrás de la sintonización emocional entre grupos humanos?
En su obra de referencia Molecules of Emotion: The Science Behind Mind-Body Medicine (1999), la eminente doctora Candace Pert proporcionó provocativas y revolucionarias respuestas a estas preguntas esenciales.
Su investigación, que valida la conexión mente-cuerpo y establece la base biomolecular de nuestra vida emocional, encontró que las emociones que experimentamos son sustancias químicas naturales que nuestros cuerpos producen. Estas moléculas forman una red de información dinámica en la que todo afecta a todo: mientras que antes creíamos que las emociones sólo nos afectaban psicológicamente, la Dra. Pert demostró que también nos afectan físicamente tanto a nivel individual como colectivo.
En este artículo abordaremos de forma clara y accesible sus hallazgos científicos y ampliaremos nuestra comprensión acerca de las emociones y su impacto en nuestra biología, nuestros estados de conciencia y nuestras interacciones con otros seres.
La doctora Candace Pert (1946-2013), neurocientífica y farmacóloga con más de 250 estudios científicos publicados, es considerada por muchos como la “madre de la psiconeuroinmunología”. A lo largo de su carrera, Pert nos mostró que las emociones, en gran medida ignoradas dentro de la ciencia y la medicina, son en realidad clave para entender cómo el cuerpo y la mente se afectan entre sí.
Las emociones son los conductores principales de nuestros sistemas biológicos: activan determinados circuitos neuronales y dirigen las constelaciones de cambios fisiológicos que ocurren simultáneamente en el cerebro y el resto del cuerpo. Los substratos básicos de la emoción son los neuropéptidos, que actúan como mecanismos que modifican nuestra fisiología, nuestra percepción, nuestro comportamiento y nuestros estados de conciencia.

Las moléculas de la emoción

Dentro de la comunidad científica, cualquier relación entre el aspecto anímico o psicológico y la salud física es simplemente sospechosa: sugerir que la psique afecta nuestra biología es visto por muchos como algo místico y absurdo. Sin embargo, nos hallamos en medio de una revolución científica. Las emociones y sus sustratos bioquímicos pueden ahora ser medidos, y cada vez disponemos de más estudios que validan empíricamente la conexión indisoluble entre nuestra mente y nuestro cuerpo.
La doctora Pert descubrió en 1972 la existencia de los receptores opioides, situados en la superficie de la célula. Estos receptores se unen selectivamente a moléculas específicas, tal y como una llave encajaría en su cerradura. Muchas de estas sustancias recibidas por los receptores son los neuropéptidos, los substratos básicos de la emoción que experimentamos como sensaciones, sentimientos, pensamientos, humor…
Las moléculas de la emoción modulan nuestro estado electroquímico interior: actúan como señales que afectan a la química y la electricidad de cada célula en el cuerpo. Cuando el receptor, situado en la membrana celular, es activado por una molécula de la emoción, transmite un mensaje al interior, y este mensaje cambia la frecuencia eléctrica de la célula y su composición química, modificando también su comportamiento: crear nuevas proteínas, tomar decisiones acerca de la división celular, abrir o cerrar canales iónicos, modificar la expresión epigenética, etc.
La vida de la célula, por lo tanto, está determinada por los mensajes que las moléculas de la emoción envían a la célula. Son estos mensajes, y no los genes, los que establecen nuestra conducta, nuestro humor y nuestro funcionamiento biológico. Según la doctora Pert, los neuropéptidos son, de hecho, responsables de alterar nuestros estados de conciencia.
Además de sus contribuciones en el campo de la Medicina Mente-Cuerpo, el trabajo de la Dra. Pert fue determinante para permitirnos prosperar en nuestro conocimiento acerca de la inteligencia somática. Gracias a sus investigaciones, hoy sabemos que las tres áreas clásicamente separadas -neurociencia (cerebro), endocrinología (glándulas) e inmunología (nódulos linfáticos, médula ósea y el bazo)-, están unidas en una red integrada de comunicación multidireccional coordinada de acuerdo a acciones concretas de moléculas mensajeras específicas: la moléculas de la emoción.
“Los neurotransmisores llamados péptidos llevan mensajes emocionales. A medida que cambian nuestros sentimientos, esta mezcla de péptidos viaja por todo el cuerpo y el cerebro. Y están cambiando literalmente la química de cada célula del cuerpo” – Candance Pert


Favorece tus emociones expansivas

Las células de nuestro cuerpo desarrollan una mayor cantidad de receptores afines a las moléculas/emociones que las impactan con mayor frecuencia.
Cuanto más nos ejercitamos en incorporar emociones expansivas, más estamos preparando el terreno para que nuestro cuerpo cree los circuitos asociados con esas emociones. Cuanto más nos sumimos en emociones nocivas, más fijamos los circuitos asociados con las moléculas tóxicas (como sería el caso del famoso cortisol, la hormona del estrés más destacada).
La buena noticia es que nuestros cuerpos están exquisitamente diseñados para fortalecer las emociones gratificantes. Prueba de ello es que nuestra corteza prefrontal está masivamente cargada de receptores celulares afines a las endorfinas. Esta zona del cerebro, resultado de nuestra evolución más reciente, es el asiento de los procesos cognitivos de orden superior. Y dado que las endorfinas, además de ser neuroquímicos placenteros, son moléculas altamente conservadas, todo parece indicar que la naturaleza se ha asegurado de asociar nuestra evolución con las emociones que más nos benefician.
Cuando opioides placenteros como las endorfinas surgen en nuestras sinapsis, fortalecen los circuitos en los que se encuentran activos, favoreciendo que en el futuro esas mismas moléculas vuelvan a unirse y hacer acto de presencia, trayendo con ellas las mismas experiencias emocionales.
Este sistema de recompensa del placer fortalece los comportamientos asociados con emociones agradables. Veamos un ejemplo:
1. Cuando sentimos gratitud liberamos sus moléculas asociadas, opioides placenteros.
2. Nos sentimos bien, y esta emoción positiva fortalece los circuitos biológicos de la gratificación.
3. Las células desarrollan más receptores afines a la gratitud, y le piden a nuestro organismo que envíe más “moléculas de gratitud”.
4. Esto nos predispone a reproducir más comportamientos y actitudes interiores que generan gratitud, con lo que más opioides naturales son liberados.
Se trata de un circuito de retroalimentación positiva: cuanta más gratitud sentimos, más estamos preparando a nuestra biología para ayudarnos a incorporar esta virtud en nuestra vida.
De hecho, la gratitud es una de las emociones más favorables que poseemos. En este artículo hablamos amplia mente de la ciencia del agradecimiento y te mostramos cómo puedes crear, paso a paso, un simple diario de gratitud.

¿Reprimir emociones? Mala idea…

Dado que nuestra expresión emocional está unida a un flujo específico de moléculas, la supresión crónica de emociones resulta en disturbios masivos en la red psicosomática.
Reprimir emociones y no dejarlas fluir libremente rompe la integridad del sistema. El estrés derivado de la supresión emocional se manifiesta en bloqueos e insuficiencias en el flujo de neuropéptidos que regulan las funciones celulares, y resulta en un debilitamiento que puede conducir a la enfermedad.
Si reprimimos la expresión de las emociones, también reprimimos nuestras funciones orgánicas, lo que a la larga produce desequilibrio y malestar, ya que se trata de una parte intrínseca del funcionamiento de nuestro cuerpo. Se produce un atasco y las cosas no funcionan.
Las emociones incómodas que tanto nos esforzamos por reprimir, y que típicamente surgen de nuestra incapacidad de responder funcionalmente ante el estrés cotidiano, son parte fundamental de nuestra red psicosomática. Lejos de tratar de apartarlas, la Dra. Pert sugiere que debemos observarlas, reconocerlas y dejarlas fluir libremente para que nuestros ciclos emocionales sigan su curso de forma natural.

La clave del equilibrio emocional

¿Cómo lidiar con todas esas emociones incómodas y dolorosas sin caer en la represión emocional? El modelo de la Dra. Pert apunta a la intervención voluntaria y deliberada de la mente consciente sobre los mecanismos psicobiológicos de la emoción.
Nuestra mente juega un papel determinante en la forma en que las moléculas de la emoción nos afectan. Nuestra particular forma de percibir nuestras experiencias de vida genera cambios en la química corporal, y estas moléculas afectan el entorno celular que gobierna el funcionamiento orgánico. Cuando las emociones incómodas emergen, debemos adoptar una actitud mental correcta en la que no las rechazamos pero tampoco nos sentimos desbordados.
Si adoptamos una actitud derrotista y victimista, agilizaremos esa autoabsorción ansiosa en la que constantemente nos preocupamos por el futuro o nos reprochamos por experiencias pasadas, y prepararemos el terreno para la activación de una respuesta de amenaza en nuestro sistema nervioso, que libera moléculas poco ventajosas para la salud de nuestro organismo.
Si, por el contrario, permanecemos en una actitud resiliente en la que somos capaces de sobreponernos a nuestros sentimientos de frustración y tolerar el estrés y la incertidumbre, favoreceremos la activación de mecanismos biológicos que liberan moléculas más propicias para nuestra salud, nuestro bienestar y nuestro equilibrio mente-cuerpo.
Para lograr una actitud mental correcta y una percepción objetiva de la realidad es fundamental que aprendamos a permanecer atentos a las sutilezas y las particularidades de nuestros estados emocionales. Las prácticas mente-cuerpo son una de las formas más eficaces de aprender a observar, sentir y responder sosegadamente ante el constante flujo de neuroquímicos que experimentamos momento a momento. De esta forma desarrollamos nuestra madurez emocional: no nos resistimos a las emociones que nos incomodan, y no nos quedamos atrapados en las emociones que nos agradan. Permitimos que las emociones fluyan libremente, sin rechazarlas y sin dejarnos arrastrar por ellas.
Prácticas mente-cuerpo como la atención plena también pueden actuar como fuerzas para poner nuestras moléculas beneficiosas en acción. La atención enfocada a la actividad cardiorrespiratoria modifica la frecuencia y amplitud de la respiración, lo que produce cambios en la cantidad y los tipos de moléculas que son liberadas del tronco encefálico, transformando nuestros estados de conciencia y el funcionamiento de la red psicosomática. Y dado que la práctica de la atención plena libera endorfinas, nuestros opiáceos naturales -así como otras sustancias reguladoras del dolor y antidepresivos naturales, los cambios que esta práctica pone en funcionamiento son realmente significativos.

Resonancia emocional: o cómo las emociones nos conectan colectivamente

Todas las emociones, además de un aspecto físico (molécula), poseen también un aspecto vibracional (onda). Actúan en los dos planos.
Una de las investigaciones más destacadas (y controvertidas) de Candace Pert, y que supuso un punto de inflexión en su carrera, encontró que los receptores celulares vibran en respuesta a moléculas extracorporales, es decir, emociones de otras personas, un fenómeno análogo a las cuerdas de un violín que vibran cuando las cuerdas de un violín cercano están siendo tocadas. Al recibir la vibración emitida por emociones ajenas, nuestros receptores celulares también mandan señales al interior de la célula.
Esta idea de “eco emocional” fue ampliada posteriormente dando lugar a la teoría de la resonancia límbica o resonancia empática, según la cual todos los mamíferos poseen una capacidad natural de empatía, sincronización emocional y conexión no verbal que forma parte de sus relaciones sociales.
Según los doctores Lewis, Amini y Lannon, autores de la obra A General Theory of Love, nuestro sistema nervioso no es independiente, sino que más bien se sintoniza de modo demostrable con quienes nos rodean y comparten con nosotros una conexión cercana, alterando la estructura misma de nuestros cerebros. Las emociones serían la clave de esta sintonización.
Así pues, la investigación respalda que cada emoción posee, además de su particular firma neuroquímica, su propia vibración. Cuando nos emocionamos, enviamos esa vibración a otras personas. Emitimos y recibimos. Las emociones, además de orquestar las interacciones entre todos nuestros órganos y sistemas fisiológicos, orquestan también nuestras interacciones con los seres que nos rodean.